
En un mundo cada vez más urbanizado, artificializado y digital nos hemos desacoplado de la naturaleza y desentendido de su cuidado. Sin embargo, tiene un gran impacto sobre nuestra salud, bienestar y calidad de vida.
Este artículo es una invitación a reconectar con nuestro entorno y a descubrir sus múltiples valores, más allá de lo estético, y profundizar en los beneficios y servicios que nos aporta.
Un universo de servicios y beneficios (in)visibles
Las culturas arraigadas al territorio reconocen el valor de la naturaleza y la han respetado durante generaciones. Su supervivencia ha dependido de ella. Ha sido despensa, farmacia, refugio, etc., y un sitio sagrado, vertebrador de cosmogonías.
En la sociedad actual estos servicios ambientales continúan siendo esenciales para nuestro sustento, economía y salud. Obtenemos alimentos, materias primas, agua u oxígeno y la biodiversidad contribuye a regular nuestro clima, limpiar el aire, atenuar el ruido, etc. y hace viable el ciclo vital del planeta. Además facilita lugares de encuentro, ocio, deporte o inspiración artística.
La ciencia respalda esta sabiduría ancestral revelando los múltiples beneficios directos e indirectos y su papel en nuestro bienestar físico y mental personal y colectivo. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos entre 10 y 15 m2 de área verde por habitante.
La conexión entre naturaleza y bienestar: ¿Por qué nos hace sentir mejor?
La calidad de los ecosistemas es un factor determinante para una buena salud planetaria y humana, como indica el concepto de “Única salud” (One Health); una llamada de atención para velar por su conservación y proteger su riqueza para generaciones futuras.
La simple presencia de naturaleza tiene un impacto terapéutico profundo y nos permite reconectar con un ritmo y equilibrio natural, con nuestros sentidos e influye en nuestra calidad de vida, condiciones de salud y armonía cuerpo-mente.
Los estudios demuestran que pasar tiempo al aire libre reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés e incrementa la producción de serotonina, asociada a la felicidad. Incluso se valora la capacidad de prevenir hasta 43.000 muertes prematuras anualmente en Europa, con más del 60% de población con déficit de superficie vegetal.
Con la “receta verde”, que prescribe un mayor contacto con la naturaleza y la práctica física; la medicina reconoce sus efectos saludables fisiológicos y psicológicos en la prevención y tratamiento de enfermedades.
Baños de bosque: la terapia natural que triunfa en Japón
El Shinrin-yoku, o "baño de bosque", surgido en Japón en los años 1980, y terapia reconocida en occidente, es una invitación a sumergirse conscientemente en una atmósfera natural, particularmente un bosque. Va más allá de un simple paseo tranquilo. Consiste en respirar profundamente el aire puro y disfrutar de la serenidad. Es una inmersión de los sentidos y la mente, captando olores, sonidos y texturas, proporcionando relajación y calma.
Estudios japoneses han revelado que aumentan la actividad de las células NK (Natural Killer), que son la primera línea de defensa contra posibles infecciones o agresiones.
Beneficios científicos de la naturaleza para la salud humana
Los espacios naturales son activos de salud. Sus cualidades terapéuticas y de bienestar están avaladas por la comunidad científica y entidades como la Federación de Parques Nacionales y Naturales (EUROPARC) dan soporte para maximizar sus contribuciones para:
Estilo de vida activo y sano: mejora la calidad del sueño, previene la obesidad, favorece la práctica de ejercicio físico, mejora motora fomentando una juventud y envejecimiento activos.

Control del riesgo y mejores condiciones de salud: mejora las funciones cognitivas infantiles y en mayores, disminuye la mortalidad prematura y aumenta la esperanza de vida, fortalece el sistema inmunológico, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer o demencia.
Mayor bienestar emocional, prevención y control de salud mental: mejora el estado de ánimo y autoestima, disminuye el riesgo de ansiedad, depresión y estrés.
Cohesión e interacción social e intergeneracional: reduce la sensación de aislamiento y soledad.
Además, incrementa la concentración, la creatividad y la calidad urbana.
Cómo incorporar la naturaleza en la vida diaria
Algunas políticas públicas ya apuestan por la sustitución del gris por verde y la eco-innovación urbana.
A nivel personal, puedes rodearte de naturaleza con estos consejos:
Transforma espacios cotidianos en ambientes más verdes y naturales:
- Rodéate de plantas, recreando un ambiente natural en casa o el trabajo.
- Cultiva un jardín o huerto y produce tus verduras y alimentos.
- Instala un hotel de insectos para convertir tu balcón o azotea en un lugar vivo.
- Conéctate visualmente con tu entorno, deja entrar luz natural y aire fresco.
- Naturaliza lugares comunitarios o del barrio, convirtiéndolos en oasis verdes.

Incluye el verde y lo natural en tus rutinas:
- Identifica parques próximos o periurbanos accesibles y observa los detalles, descubre qué especies habitan en ellos.
- Desplázate a pie o en bicicleta y planifica tu trayecto por corredores naturales.
- Pasea por espacios naturales, ideales para practicar deporte y el ocio todo el año.
- Conecta con tu entorno natural, disfruta de su belleza respetando su ritmo e interacciones ecosistémicas.
- Redescubre el paisaje y las sensaciones nuevas que ofrece cada estación.
- Aprovecha la oferta local de educación ambiental y actividades al aire libre.
- Aprende a cuidar el entorno y naturaleza con talleres prácticos (biología, arboricultura, jardinería…).
Garantizar una correcta gestión de los ecosistemas naturales a escala global y local asegura su equilibrio y biodiversidad y, con ello, los servicios que nos brindan. De ello depende nuestro bienestar, nuestra salud y nuestro futuro.
Redacción por Sònia Roura Valls